Ansumanah Kromah, de 57 años, estaba casado y tenía 10 hijos. Pertenecía a la etnia mandinga y había nacido en la frontera norte de Liberia con Guinea, por lo que hablaba francés, inglés y varios dialectos locales. "Era una persona clave en el Hospital San José de Monrovia, que ya estaba trabajando allí cuando yo llegué en los ochenta", recuerda el Hno. José Mª Viadero, director de Juan Ciudad ONGD.
La muerte de Ansumanah es un duro golpe para aquellas personas que lo conocieron y tuvieron la oportunidad de trabajar con él, y que lo describen como alguien muy responsable, discreto y de buen carácter, que era muy querido por "su disponibilidad para ayudar a todo el mundo que se lo pedía en muchas áreas del hospital" afirma Viadero.
Uno de los momentos más complicados en la historia del Hospital San José de Monrovia tuvo lugar el pasado verano de 2014, concretamente a principios del mes de agosto, cuando la epidemia de Ébola empezaba a desarrollar su máxima virulencia en Liberia, llegando incluso a afectar a toda la Comunidad de religiosos del Hospital.
Ansumanah fue la persona que se mantuvo en el centro ayudando a cuidar a los enfermos de Ébola, según se iban contagiando: primero el Hno. Patrick Nshamdze, (director del Hospital), luego los Hnos. Miguel Pajares (Superior) y George Combey (asistente de farmacia), y las Hnas. Misioneras de la Inmaculada Concepción Chantal Mutwameme (supervisora general) y Paciencia Melgar (responsable de farmacia y de proyectos de capacitación para mujeres).
Sólo sobrevivió Paciencia. Patrick y George fallecieron en ELWA, Miguel fue repatriado a España junto a la Hna. Juliana Bonoha que no se contagió, y Chantal falleció en el Hospital San José, en cuyos jardines fue enterrada por el propio Ansumanah, que contó en aquellos críticos días con la ayuda del enfermero William Ekerum.
Como medida de seguridad el gobierno liberiano había clausurado todos los hospitales del país, entre ellos el Hospital San José de Monrovia, que se quedó completamente vacío tras la desaparición de los miembros de su Comunidad. La Orden Hospitalaria y Juan Ciudad ONGD trabajaron a contrarreloj para poder enviar a un equipo, que salió desde Madrid el 25 de agosto y llegó al Hospital el 26, formado por el Hno. Justino Izquierdo, la Hna. Mª Ángeles Llopart y Roberto Lorenzo, Coordinador de Proyectos de la ONGD.
" Ansumanah fue una persona clave en muchos aspectos del proceso de reapertura del Hospital San José de Morovia -explica Roberto Lorenzo- era muy afable y tenía la confianza de los Hermanos y el respeto de los trabajadores. Por eso lo llamábamos a él para ayudarnos a resolver algún conflicto que surgía con los trabajadores, o para coordinar a las personas que organizaron el primer envío que llegó con la medicación".
La reapertura costó tres meses de intenso trabajo a nivel de reorganización de las infraestructuras del Hospital, así como de formación de todo el personal en protocolos de seguridad en situación de Ébola, por lo que no se materializó hasta el 24 de noviembre de 2014, cuando comenzó a atenderse nuevamente a las primeras mujeres en el área de maternidad.
Pero antes de todo esto Ansumanah ya había dejado una profunda huella en muchas personas que tuvieron ocasión de trabajar con él, como es el caso del doctor Fernando Rivilla, cirujano pediátrico del Hospital Universitario Ramón y Cajal, que ha viajado en seis ocasiones al Hospital San José de Monrovia para operar a niños y niñas de familias sin recursos que presentan casos complejos: "Era una persona extraordinaria que no medía el tiempo. Era capaz de estar en el quirófano hasta que acabásemos con las intervenciones que nos habíamos propuesto ese día, aunque fuesen las tres de la mañana".
La preocupación de Ansumanah por el trabajo bien hecho hizo que se convirtiera en una pieza fundamental de todas las campañas que se llevaron a cabo. Según explica Rivilla "es la persona que más nos ha ayudado, tanto en el reclutamiento de pacientes para su diagnóstico, como enfermero en el quirófano, donde fue aprendiendo muy bien nuestras técnicas de cirugía pediátrica, de tal manera que preparaba al paciente y el material quirúrgico con gran profesionalidad, además de implicarse mucho en el cuidado postoperatorio, e interviniendo activamente en la sala de curas, y haciendo de traductor con las familias que no hablaban inglés".
Desde Juan Ciudad ONGD enviamos todo nuestro apoyo a la familia de Ansumanah Kromah, esperando que estas letras sirvan de recuerdo y reconocimiento a su persona, que demostró ser un ejemplo de hospitalidad.
Por Adriana Castro. Responsable de Comunicación de JCONGD.